Conocí a Edmundo Rivero en la cárcel, pero no “en cana”. El había ido a cantar para los encanutados. Yo frecuentaba la cárcel, pero pedía permiso para entrar, a estudiar el vocabulario canero y recopilar palabras. Nos hicimos amigos pero comenzamos a frecuentarnos cotidianamente a partir de 1965 aproximadamente.Artículo subido el 10/09/20