Nélida Puig en Argentina Tango / España - Desde Buenos Aires

Para encontrarme con la hija del poeta don Miguel A. Puig he buscado un café de la Avenida Chiclana, en el Barrio de San Cristóbal, por si la inspira Samuel Linning o nos encontramos con Esthercita… quien sabe si entre ronda y ronda Nélida Puig no va garabateando una nueva letra de tango en una servilleta…
Pensar Nélida que para llegar a tomar este café… yo prefiero té… el recorrido fue largo… te escuché cantada en 2003, allá, en Madrid, por Patricia Ferro Olmedo y guitarreada por Sacri Delfino. Me habló de ti Sonia Ursini en un reportaje por esas “Noches de Musa”… y ahora las redes sociales y los amigos nos han reunido…
Bienvenido a mi vida y al barrio de mi infancia, Eduardo… mientras garabateo en la servilleta, te doy las gracias por haber insistido en ese largo recorrido… Bienvenidas sean también las redes sociales que nos permiten cruzar océanos y transgredir fronteras, para darnos el gustazo de encontrarnos con los amigos de los amigos… Me encanta que artistas tan entrañables y talentosos como lo son Patricia, Sacri y Sonia, hayan tejido ese mágico puente de voces y guitarras que hoy nos permite este encuentro tan esperado… Y bendito sea el tango que nos abraza con sus raíces y sus ramas nuevas…
Mi amistad con Patricia Ferro Olmedo comenzó en el año 99, oportunidad en que cursábamos juntas el taller de letrística de Sadaic. Sacri Delfino, encontró en su carpeta una letra mía, “La brecha”, y me propuso ponerle música… Luego, me invitó a ponerle letra a la melodía de un vals “Silbando bajito”, que acababa de componer… Así nacieron nuestros dos temas en coautoría…
Posteriormente, antes de la partida de ellos hacia España, el primero de los temas que te acabo de mencionar, decidimos grabarlo con Patricia en voz, junto a la guitarra de Sacri y el bandoneón de Daniel Ruggiero en el estudio de León Gieco… Seguramente, ese mismo tema, fue el que te han hecho escuchar allá, en Madrid… qué curioso, cómo se va tejiendo el tapiz de los encuentros… como ese otro encuentro que has tenido con mi gran amiga y excelente cantante y pianista Sonia Ursini … un lujo de artista y de mujer que me ha otorgado el privilegio de grabar y estrenar tangos de mi autoría y de invitarme a participar en aquellas inolvidables “Noches de Musas”… Nada es casual, amigo… para la amistad y el tango, no hay brechas y festejo que así sea…
Para saber de ti hay datos biográficos que se encuentran justamente en el Facebook que nos ha reunido, pero no puedo evitar que me hables de esa niñez por estas calles…
Estas calles, son algo así como un álbum de atesorados momentos, que ni el tiempo ha logrado amarillear… Me veo de la mano de mi padre y mi hermana, una soleada mañana de domingo, caminando hacia la Placita Martín Fierro de la calle La Rioja y Cochabamba… Experimentar ese placentero vértigo al sentirme volar en una hamaca, hasta tocar el cielo con la punta de los pies… Sentarme sobre la rama del añejo ombú, intercambiando secretos con la música del follaje mecido por la brisa…
Preguntarle a mi madre, si no necesitaba que le hiciera algún mandado, y así tener una excusa para pasar delante de la barrita de pibes que todos los atardeceres se reunía en la esquina del almacén - bar Ravizzolli de Av. San Juan y Catamarca, tan sólo para intercambiar una mirada de inocente complicidad con el chico que por primera vez me hizo sentir que el corazón se me escapaba del pecho…
Escucho el ruido de la tiza dibujando una rayuela en la vereda de mi casa y percibo el olor de la cascarita de mandarina que marcaría el cuadrado que me tocaba pisar con un sólo pie, sin tocar raya… Me veo con entusiasmo, atravesar la puerta de calle, con un bolso conteniendo el bombachón negro, la red para el pelo y las zapatillas de media punta, para asistir a mi clase de danza con Beba Gangitano, la joven profesora del barrio, recién recibida en el Colón…
Siento el golpeteo de la yema de mis pequeños dedos sobre el colorido hule de la mesa de la cocina, contando la cantidad de sílabas del primer verso disparador de algún soneto con que mi padre nos desafiaba a completar en forma conjunta… mientras mi madre daba los últimos toques a la sopa de estrellitas y de vez en cuando, repasador en mano, se arrimaba a nosotros, para “soplarnos”, en secreto, alguna rima…
Luego la cena, mientras como un rito sagrado, los primeros compases de la cortina musical de “LR1 Radio El Mundo y su Red Azul y Blanca de Emisoras Argentinas”, anunciaba el comienzo del programa “El Glostora Tango Club”, por donde desfilaban en vivo, grandes orquestas de la época, como la del maestro Alfredo de Ángelis con las voces de Carlos Dante y Julio Martel… Tengo tan presente ese programa, Eduardo, que hasta te puedo canturrear su cortina musical… esa cortina que a su vez, corría la cortina del tiempo que nos transportaba, en cada letra de tango, a los años 30… y a pesar de mi corta edad, mi cabecita voladora, imaginaba la silueta de Esthercita, en una noche de verano, saliendo del cabaret, con “la pollera cortona” y “en las trenzas un rayo de sol”
En fin, querido amigo, son tantos los recuerdos que tocados por la varita mágica de tu pregunta, acuden a mi memoria con fidelidad casi cinematográfica, que tal vez nos hagan falta algunos encuentros más, para completar nuestra charla…
Y así haremos Nélida… nos traes un Buenos Aires que yo soñaba a quinientos kilómetros, que nos llegaba precisamente por el Glostora Tango Club, Los Pérez García y ese Rivero inconmensurable… Pero dime… ¿Está lejos de aquí la calle Catamarca, tu casa natal?
Estamos a unas cinco cuadras de la calle Catamarca 1141 (entre Humberto 1° y Avenida San Juan), la casa donde aprendí a dar mis primeros pasos por la vida, de la mano de dos artistas: mi madre, Nélida Freixas, artista plástica, y mi padre Miguel A. Puig, como tú has recordado, poeta…
Una antigua y colonial casona con dos enormes ventanales a la calle, siempre abiertos, como invitando a pasar a la gran sala donde funcionaba la “Biblioteca Popular Amigos de la Poesía”, fundada por papá y donde se mantenían interesantes tertulias con catedráticos de la talla de Miguel Ángel Battistessa, poetas como Alberto Banasco, Héctor Negro, Fernando Sánchez Zinny, entre otros tantos talentos de las letras argentinas… y artistas plásticos como Carlos Filomía, Osvaldo Tadei, entre otros…
Nélida, tú, que conoces más al camarero… sí, ya sé, el mozo… vete pidiendo otra vuelta de medialunas y yo repito con el té… mientras tanto, volvemos a la charla en un rato, mientras los lectores escuchan tu poema “Milonga de ser mujer” recitado por Mariana Avena…
Eduardo Aldiser
Argentina Mundo con las creadoras del tango argentino que se pasea por el mundo