Rosalba Campra en Argentina Tango / España - Escritora - Roma

Digo “a veces” porque estamos ante Rosalba Campra, una profesora universitaria que se desempeña en la Universidad de Roma y en otros centros de estudios europeos, que escribe ensayos sobre literatura y ficción, o en forma de cuentos para adultos e infantiles. Pero a aquella niña que conocieron las calles de Colonia Caroya en Córdoba, le atrae las letras y el hablar del tango, como para analizarlo en profundidad.
(Para más datos biográficos: Rosalba Campra - Esa lengua inevitable, reportaje de María Teresa Andruetto, La Voz del Interior, Córdoba, Argentina, abril 2009)
Me has hablado en alguna ocasión de viajes a Udine. ¿Tienes vínculos familiares friulanos, habiendo nacido en una de las regiones argentinas pobladas por italianos de esa región germánica, emigrados a la provincia de Córdoba?
Mis viajes a Udine iniciaron con motivo de los congresos del centro de investigaciones de la universidad sobre las “literaturas migrantes”. Mis vinculaciones con esa región de Italia, hasta ese momento, tenían raíces nada más que en mis recuerdos infantiles. No tengo vínculos familiares friulanos, pero mis abuelos maternos vivían en una casa en Colonia Caroya: allí entré en contacto con los emigrantes del Friuli.
En mi memoria persiste sobre todo la imagen de una familia de artesanos especializados en trabajos de mimbre, canastos y sillones que se alineaban junto a la acequia. Recientemente, uno de mis viajes a Udine coincidió con la inauguración del nuevo museo de etnografía, y allí tuve la emoción de ver citados a aquellos inmigrantes de mi niñez.
Rosalba, tu acercamiento al estudio del tango en su aspecto literario, su lenguaje, ¿viene precedido por su “degustación” como música nuestra, tal vez conocida en tu hogar?
Cuando yo era una niña, y también en mi adolescencia, para mí el tango era un baile al que mis padres y sus amigos se dedicaban con un entusiasmo y una habilidad que despertaban mi admiración. A mí personalmente, debo reconocerlo, lo que me entusiasmaba era el folklore, y cuando me animaba a tocar la guitarra, lo que cantaba eran zambas, vidalas… Me acerqué al tango más tarde, sobre todo cuando ya residía en Italia, a partir de un interés que podríamos definir como “literario”, es decir un acercamiento a los recursos de la lengua que el tango, como texto poético, ponía magistralmente en acción. Creo que me sucedió lo que a tantos, encontrar en el tango el modo de expresión que más se adecuaba a la nostalgia.
Recién comentábamos de lo friulano que hay en Jesús María y Colonia Caroya… cuando analizas el lenguaje del tango ¿Cuánto aportaron los inmigrantes europeos, no solo italianos, en la construcción de esa expresión popular, además cantada?
En mi opinión, el tango forma parte de ese tipo de manifestaciones literarias que se sirve de distintos registros de la lengua (por ejemplo lo culto y lo popular) y, sobre todo, de inclusiones de distintas lenguas en un mismo discurso, que se transforma así en un “discurso heterogéneo”, espejo de la heterogeneidad social: en ese sentido es análogo, por ejemplo, al indigenismo o la gauchesca. La contribución de los inmigrantes europeos, desde este punto de vista, es considerable.
El aporte italiano puede rastrearse sobre todo en la presencia de términos dialectales (para muchos inmigrantes italianos, el “italiano”, como lengua común, no existía, ya que la mayoría de ellos conocía sólo el dialecto). Así tenemos palabras como bacán (del genovés), minga (del milanés); el francés, por su parte, aportó palabras que remiten al léxico del cuerpo, el sexo, la elegancia: lamé, champán, cabaret, cocot…
Ya en los sesenta con José Gobello fundamentalmente, se inicia el análisis y recopilación del lunfardo, con gran aporte de Edmundo Rivero… Desde tu atalaya como experta en literatura ¿Tal vez se ha potenciado o aún recreado aquel lenguaje entre carcelero y prostibulario?
Hoy el lunfardo ha dejado de ser una jerga delictiva de uso limitado a un grupo, para pertenecer en cambio al bagaje lingüístico común de la Argentina (pensemos en palabras como “mina”, no necesariamente connotadas de forma negativa). Creo que su uso actual, en un texto, funciona sobre todo como un mecanismo de reconocimiento. Es como si el lunfardo fuera una especie de signo, una presencia que de por sí indica que un determinado texto es “texto de tango”: un uso que entraña el riesgo de que se lo perciba como un subrayado, como una voluntad más que una necesidad.
En tu libro “Como con bronca y junando, la retórica del tango” (Rosalba Campra. Edicial, Buenos Aires 1996) te introduces en el análisis de una época concreta, finales de los veinte y comienzos de los años 30, con sus crisis: políticas, económicas, sociales. Recién el tango como canción estaba dando sus primeros pasos ¿Cómo se ha visto influido por los acontecimientos, por el vivir mismo de los porteños de entonces, variopintos donde los haya?
Probablemente los tangos de la década del treinta son los que más persisten en nuestra memoria. Es como si esa época de crisis (que también deja su huella en las novelas de Arlt o en el ensayo de Scalabrini Ortiz "El hombre que está solo y espera") proporcionara al tango un repertorio de temas y metáforas que sobrepasan la mera descripción o denuncia de una privación económica, para designar, más allá de las circunstancias específicas, una visión trágica de la existencia: la percepción de la vida como una lucha perdida de antemano, la aceptación de fracaso y la soledad como algo inevitable. Baste pensar en tangos como Uno, o Yira…yira.
Escribes ficción… creas personajes, los describes. Esos reales de carne y hueso que nosotros percibimos a través del tango ¿No crees que eran menos idílicos que los retratados en sus letras? Me parecen en general una pobre gente que sufre mucho, que tiene una gran desesperanza…
Los personajes del tango pertenecen por lo general al mundo de los barrios periféricos y son, como dices, pobres, sin esperanza. Sin embargo, las palabras del tango transforman el arrabal miserable en un espacio mítico, creador de sentido, en oposición al lujo y los placeres efímeros del centro, donde reinan las apariencias y por lo tanto el engaño.
Así, es cierto que sus personajes parecen sobrellevar con filosofía un destino siempre adverso. Tal vez el tango procure paliar poéticamente el sufrimiento insoportable de la realidad; tal vez trate de conceder a la realidad esa aura que la literatura concede aun a lo negativo. Y tal vez esa sea la razón por la que todos podemos encontrar en el tango no sólo un motivo de identificación de nuestros propios sinsabores y melancolías, sino también un verso con el que comentarlos.
El hecho que en Italia y centrados en este libro tuyo, Rosalba, se hayan publicado “Anime altrove, luoghi e genti del tango argentino in Italia” por parte de Lucia Baldini y Michela Fregona (Colombi, Genova 2001) y “Tangomalia” una reedición de Postcart, Roma, 2005, productos de una larga charla contigo, nos lleva a pensar, junto al auge de las “milongas”, que los italianos se están buscando a ellos mismos a través de aquellos que nacimos del otro lado, sus parientes lejanos…
No termina nunca de sorprenderme el auge del tango hoy en Italia, donde a cada rato se celebran congresos y festivales y donde se cuenta un número extraordinario de lugares donde se enseña a bailarlo (y no se trata de un fenómeno exclusivamente italiano). Pero en cambio debería parecerme una cosa normal, dada la vitalidad inagotable demostrada por el tango desde su nacimiento: no hay muchas expresiones a la vez poéticas, musicales y bailables que puedan jactarse de seguir en auge desde fines del siglo XIX… Creo que de alguna manera lo que Italia dio al tango (los aportes lingüísticos, la innegable influencia de su música) lo recupera hoy en esta fruición sobre todo de la danza.
¿Algún día fuiste reuniendo palabras para expresar ideas con la intención de darle forma de poesía o letra de tango?
Mi atrevimiento no llega a tanto! A lo sumo, alguno de mis personajes lo baila, y muy bien, pero eso no es responsabilidad mía…
¿Te sirve el tango para esos días de morriña, que dicen los gallegos, cuando en el atardecer romano recuerdas tu ciudad natal, Córdoba o Argentina?
Diría que, como a muchos argentinos, el tango me resulta indispensable para tener en pie los recuerdos; más aún, muy a menudo me alienta como música de fondo cuando estoy escribiendo.
Nos quedamos esperando más trabajos de Rosalba Campra en general y con el tango como protagonista de tus análisis literarios… Estando tú en Italia me sale un “sempre avanti”…
Te agradezco el buen augurio, y ojalá sea yo capaz de responder a esa espera! Por el momento, en mi libro "Travesías de la gauchesca. De Concolorcorvo a Fontanarrosa" (que la editorial Corregidor de Buenos Aires publicará en 2012), aunque un poco de soslayo, el tango no deja de aparecer…
Eduardo Aldiser
Argentina al Mundo difundiendo la cultura argentina en España, Europa, el mundo
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